Hoy es San Valentín, una efeméride que sirve para el intercambio de afecto entre las personas que se quieren y como presión social para el establecimiento de la pareja como estado ideal de la persona. Por este último motivo, puede causar malestar en algunas personas que no la tienen.
En general, el casamiento y el emparejamiento han sido un mandato social para todas las generaciones y tanto para hombres como para mujeres. Sin embargo, la sociedad ha sido más benevolente con los hombres que no lo cumplían. El apelativo “soltero de oro” se usa exclusivamente para ellos y se les atribuye con mayor frecuencia un deseo y voluntad propia de permanecer en dicho estado. A las mujeres se nos aplica otro rasero para la misma conducta: “solterona” como castigo al estado femenino de no-emparejamiento, y la atribución mayoritaria de que no ha sido voluntariamente elegido, sino padecido, y por lo tanto consecuencia de una carencia de la soltera en cuestión en relación a sus congéneres emparejadas. Este fenómeno es más acentuado si la soltería se da a partir de una edad en la que se pone en riesgo la maternidad biológica. Es por esto que muchas mujeres interiorizan estos planteamientos, tienen miedo a la soledad y viven con angustia su soltería, deseando salir de ella para dejar de ser señaladas y verse a sí mismas como “normales”. Como si tener pareja trajera consigo la felicidad y el bienestar emocional.
Ese miedo a la soltería también hace que algunas personas se aferren a su relación de pareja, aunque ya no funcione, y se resistan a poner un punto y final con tal de no cambiar de estado. Sin embargo, el coste emocional de mantener una relación de pareja que no funciona es altísimo. Hablamos de costes en términos de energías, de tiempo, de sufrimiento, de estrés, de autoestima incluso, etc. Intentar sacar a flote una relación que hace aguas es agotador, es luchar contra corriente (en este punto hablaríamos de ansiedad como trastorno más frecuente). Y como las fuerzas no son infinitas, llega un momento en que las opciones son asumir la ruptura y llevarla a cabo o ahogarse con la relación. Esto es, dejar de sentir para no hacerse daño, el terreno de una depresión. Llegar al punto de «ni sentir ni padecer», de morir por dentro un poco.
Porque tener pareja no es bueno en sí mismo, ni da la felicidad: depende de la calidad de la relación. Y es mucho mejor y más sano estar «sola» que mal acompañada». En generaciones anteriores lo habitual era tener una relación de pareja o matrimonio que durase prácticamente toda la vida. Actualmente ya no es así, y lo más frecuente es intercalar estados de «pareja-matrimonio”, con estados de «soltería-divorcio”.
No tienes pareja y lo llevas mal, estos son nuestros consejos:
- No idealices lo que significa, aporta, etc., estar en pareja. No todas las parejas son felices, ni mucho menos lo son siempre.
- Busca, fomenta, y mantén relaciones de calidad con las personas de tu entorno o con personas nuevas. No tener pareja no significa estar sola. Nuestras necesidades emocionales no se cubren con una única persona, aunque ésta sea estupenda. Tod@s necesitamos a nuestro alrededor un abanico suficiente de personas porque somos seres complejos, variados y cambiantes. Y estas necesidades no desaparecen aunque estemos en pareja.
- Enriquece tu vida, aprende a hacer algo que no sabías, sigue haciendo las cosas que te gustan. No tener pareja no significa no tener aficiones, hobbies o no realizar actividades interesantes. Igual que tener pareja no es sinónimo de actividades gratificantes o de compartirlas con él/ella.
- Tener pareja es fácil. Cualquiera puede tener pareja. Pero lo que nos aporta satisfacción (cuando lo hace) es tener una relación de calidad. El tiempo y la experiencia ayudan a conocernos mejor y a identificar que es lo que queremos, que es lo que necesitamos, que es lo que nos conviene, y qué es lo que deseamos. Cada un@ tenemos una lista (explícita o implícita) de cualidades o características que buscamos en una pareja. Autoconocernos ayuda a ir tachando y añadiendo cosas a esa lista sucesivamente. La soltería puede ser un estado estupendo para ensayar, para probar, conocerte, etc. Tanto si cambias de estado más adelante, o como si no te vendrá bien hacerlo.
- No tener pareja no es algo malo o algo de lo que avergonzarse. Al igual que tener pareja no es motivo de orgullo (no hay méritos o desméritos en algo así). Tampoco significa ser egoísta. Tenemos derecho a decidir si queremos comprometernos con alguien o no. Y si la pareja no es tu camino, no permitas que nadie te haga sentirte mal por ello.
En cualquier caso, es un aspecto más de nuestra existencia entre otros muchos. ¡Qué triste y pobre sería la vida si la redujésemos a tener o no pareja! Tengamos o no pareja, no debemos pensar en ello como un estado ideal en sí mismo sino relacionado directamente con la calidad de la relación, y mucho menos eterno (según los datos de casamientos y divorcios anuales, se estima que 3 de cada 4 matrimonios se rompen).
Lo importante es cada cual disfrute de su vida, ya sea en pareja o no.